viernes, 27 de octubre de 2017

Ja prou! ¡Ya basta!


Llevo demasiado tiempo callado, demasiado tiempo mordiéndome la lengua, con ataques de ansiedad esporádicos y demasiadas lágrimas nocturnas y desveladas como para seguir en silencio.

Vaya por delante que en 1976, un año después de la muerte del dictador y con quince años recién cumplidos, durante una manifestación frente a la Universidad central de Barcelona y corriendo delante de una carga de caballería nacional, los grises de aquella época  me regalaban con el impacto de una bola de goma en el costado izquierdo, regalo que me provocó llevar un hematoma de tres pares durante varias semanas. 
Vaya también por delante que siempre me ha gustado la política, no lo niego ni me arrepiento y, además, desde los catorce años me ha seducido siempre la idea de un país llamado Catalunya.

Pero no así. No. ¡Así no! Estoy harto de ser la red de una pista de tenis, viendo pasar las pelotas por encima de mí y, demasiadas veces, golpeándome directo en la sien, en el estómago o en el corazón. Estoy harto de toda esta calaña de personajes que se mencionan políticos sin conocer el significado de la palabra griega polis, que dicen hablar en nombre del pueblo sin importarles la gente que lo configura, que se proclaman adalides de la democracia cuando maman de las ajadas ubres de las tinieblas de Demoi.
Llevo años suplicando calma, tranquilidad y paciencia. Llevo años deseando que el proceso fuera por el mismo camino que recorrió Escocia y el Quebec, precisamente esos dos puntos geográficos que tanto mencionan los que quieren independizar Catalunya ahora… ¡y van y lo hacen completamente diferente!

Año 2011, el president Artur Mas, en su mensaje televisivo de fin de año apela a reforzar los puentes entre España y Catalunya.
11 de septiembre de 2012, Diada de Catalunya. un millón y medio de personas se manifiestan por el centro de Barcelona tras la pancarta Catalunya, nou estat d’Europa y es considerada como el punto principal de inflexión del sentimiento independentista.
En el mensaje de fin de año de 2012, el discurso de Mas habla por primera vez de projecte nacional y que Catalunya quería ser protagonista del seu destí.

Bien, el señor Artur Mas, president de Catalunya pero, principalmente, presidente del partido Convergència i Unió –SÍ, el mismo que, años antes, había apoyado a Aznar en el gobierno de España, el partido que fue fundado por el corrupto Jordi Pujol y el mismo que, durante tantos años se había considerado partido nacionalista pero nunca independentista-, da un giro mareante a su protestada forma de gobernar –recordemos las manifestaciones en contra de los recortes sanitarios, educativos, sociales y económicos que tuvieron lugar entre 2010 y 2012-, y para esconder sus miserias, toma como quien no quiere la cosa el estandarte de la independencia y, gracias a sus estrategias de marketing –perdón, inciso, ¿cómo es que ningún gobierno del mundo tiene un ministro, consejero, secretario o delegado de marketing, cuando el arte de vender humo es lo que más prevalece en la política-, el señor Mas se proclama el abanderado de la independencia… ¡esa palabra que, tanto a él como a su partido al completo, le daba nauseas antes de la Diada del 2012!

Se convocan elecciones y el monstruo de Frankenstein empieza a crearse. Como no podemos autoproclamarnos independientes, unámonos contra natura CiU y ERC. Pero, como Artur Mas no puede ser cabeza de cartel por problemas subterráneos, ¡ponen como número 1… a un antiguo miembro del Iniciativa per Catalunya con buena imagen!
Los llamados partidos independentistas no consiguen llegar al 50% de los votos, pero por arte del birlibirloque de las leyes electorales, tienen la mayoría en el Parlament… ¡uniéndose a la CUP! Sí, se ha leído bien… Convergència i Unió, el partido de Pujol, Mas y  Durán i Lleida se unen a los que ellos, años antes, consideraban la plebe más izquierdista y radical.

Lo más jodido es que ellos seguían hablando de Escocia y el Quebec.

Septiembre de 2017. Empieza la fusión de las películas La escopeta Nacional, Raza, Uno de los nuestros, La ley de la calle, Sodoma, Holocausto caníbal y No desearás a la vecina del quinto. El Parlament de Catalunya crea y aprueba la ley del Referéndum y la ley de Transitoriedad Jurídica y Fundacional de la República sólo apoyado por ellos mismos, yendo en contra de la Constitución española y -¡cágate lorito!-, del mismo Estatut de Catalunya. Todos los demás partidos de la oposición se van del hemiciclo ante el bochorno democrático.

1 de Octubre, entre hostias policiales –cómo debían echar de menos el uso de la porra esos fascistas con uniforme-, dos millones de personas votan un referéndum ilegal. Repito, dos millones de personas cuando en Catalunya hay más de siete millones de habitantes… ¡y ellos siguen vociferando a todo ardor que el pueblo les ha apoyado y que las urnas han hablado!

Además, siguen hablando de Escocia y el Quebec pero, curiosamente, no hablan en ningún momento del resultado de aquellos comicios… porque el NO a la independencia venció al SÍ.

¿Quieres caldo? ¡Tomas dos tazas! Artur Mas, el que te dije, dice que Catalunya no está preparada para una independencia real. Joder, me partiría de la risa si no fuera porque el asco me provoca nauseas.

Ayer, 26 de octubre, fue uno de los días más esperpénticos, surrealistas, decepcionantes y despreciables que he vivido políticamente en mi vida –“dicen que el President convocará elecciones autonómicas, sale a las 13:30 a decirlo”, “vaya, se retrasa a las 14:30”, “¿Qué ahora no sale?”, “A las cinco en el Parlament”, “Osti, tú, que no. Que a las 5 en el Palau de la Generalitat”, “¿Ahora la última palabra la tiene el Parlament? Pues, cagada pastorets”.

Hoy, 27 de octubre, se culmina la gran pastifada, el Parlament de Catalunya, pasando de la responsabilidad, de la cordura y del seny, declara la independencia de Catalunya, con los votos del partido Frankenstein y los cupaires.

Soy propietario de un pequeño establecimiento en una población importante cercana a Barcelona. Este mes de octubre, la facturación ha sido la mitad de la del año pasado; y no solo yo. La mayoría de tiendas de los alrededores están sufriendo algo parecido. Ayer estuve en la empresa de un proveedor, catalanista hasta las cejas y que, con rabia en el semblante y asco en los ojos, me comentaba que estos mierdas de políticos nos van a destrozar la campaña navideña, esa campaña que da entre el 30 y el 40% de facturación anual al 80% de los las PYMES catalanas.

¿Y ahora? Preguntas:
- Ningún país con cara y ojos de Europa o del mundo reconocerá la independencia de Catalunya. Si no somos de Europa ni de la UE (ahora lo digo con toda la boca abierta… ¡senyor Oriol Junqueras, es usted uno de los personajes más rastreros y mentirosos que he conocido en mi puñetera vida!), ¿tendremos que pagar aranceles por cualquier cosa que compremos fuera de Catalunya?

- Los del PP (putos patriotas) en España seguirán jodiendo la marrana a todo lo que huela o suene a catalán. Total, con los pocos diputados que sacamos allí, que les den morcilla a todos. ¿Con esos que se han cerrado siempre en banda para hablar, hemos de hablar ahora para los temas de financiación, fronteras, etc? ¿Estamos locos?

- ¿Quién pagará las pensiones, a los parados? ¿Dónde cotizaremos los autónomos? ¿Qué Seguridad Social existe?

- ¿De dónde saldrá el dinero para crear las utopías imposibilistas de los de la CUP, cuyos dirigentes cobran mensualmente el sueldo base multiplicado por trece?

Hace dos años, durante una conversación familiar pedí calma, tranquilidad y paciencia, hacer las cosas como en Escocia. La respuesta de todos fue imposible, en Madrid gobierna el PP, sin recordar que los comicios escoceses los firmó David Cameron, del partido conservador, es decir, del mismo tipo de tronco que el PP
Hoy, dos años más tarde, Escocia ha hecho, por dos veces, su referéndum de independencia –repito, ambos con el resultado negativo- y en Catalunya, pasando por encima de todos los cadáveres del pueblo, de ese pueblo con el que tanto se emocionan, se declara la independencia… ¡por miedo a celebrar unas elecciones autonómicas y comprobar que, a lo mejor, la mayoría independentista desaparecería en un abrir y cerrar de ojos!
Pues, senyores i senyors, si este es el seny català que tanto nos ha caracterizado, me reafirmo como fervoroso seguidor del marxismo grouchista y pido, reclamo y solicito que pare el mundo que me bajo.

Por cierto, y para terminar, algún imbécil me preguntará el por qué escribo en español siendo català. Pues bien, puedo hablar y escribir en cinco idiomas, es decir, puedo hacerlo en el que me dé la real o república gana. He viajado lo suficiente por el mundo para tener una pequeña idea del significado de las palabras dignidad, respeto y educación.  Este blog es mío y a quien no le guste que no mire. Yo mismo le abriré la puerta de salida y rociaré el espacio vacío con ambientador.

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