viernes, 21 de julio de 2017

Entradas: Pet Shop Boys 1991


Fecha: Miércoles, 22 de mayo de 1991
Hora: 21:00
Precio: INVITACIÓN
Lugar: Palau Sant Jordi
Artista: PET SHOP BOYS

Chris Lowe y Neil Tennant, miembros fundadores de dúo Pet Shop Boys, la más perfecta máquina de música bailable de las últimas décadas del siglo pasado, debutaban en Barcelona con un concierto en el Palau Sant Jordi, presentando su espectáculo Performance.
El espectáculo no era sólo una a recreación de sus canciones de éxito, sino un show en el cobraban protagonismo la tecnología y la coreografía.
La triunfal carrera artística de Neil, un ex periodista de revistas para fans y Lowe, un taciturno estudiante de arquitectura había cimentado en las grabaciones discográficas y los videos formas de expresión de una gran creatividad. Durante toda su carrera habían considerado las giras como lo más aburrido del mundo. Por este motivo sus apariciones en escenarios habían sido muy escasas.
Actuaban en entregas de premios, programas de televisión o como invitados en conciertos ajenos, pero no se decidían a ponerse de verdad ante el público.
Tras reconocer que eludían los escenarios por dos motivos: no entrar en el juego de los grupos de rock que, según ellos, utilizaban los conciertos como reafirmación de su condición de músicos de verdad, y el riesgo económico que suponía para ellos llevar de gira un montaje muy elaborado, fruto de sus ideas teatrales, su cambio de actitud se produjo dos años atrás cuando decidieron probar con una pequeña gira por Japón, Hong Kong y algunas ciudades británicas y, tras describir la experiencia como divertida se vieron inmersos en una gira muy exitosa que les había llevado por Estados Unidos, Japón y diversas ciudades europeas.

Y para llevar a cabo su espectáculo Performance, los Pet Shop Boys contaron con los servicios de diversos especialistas en dirección y montajes operísticos, como David Alden, David Fielding, Martin Duncan y Charlie Edwards. La puesta en escena se realizaba con la colaboración de dos músicos, un guitarrista y un teclista que controlaba dos docenas de samplers, sintetizadores y otros instrumentos electrónicos, y tres vocalistas adicionales, más una decena de bailarines.
Cada tema que interpretaron contó con su peculiar escenografía y coreografía, pero con un nexo común, una continuidad argumental, como si se tratase de una comedia musical.

El espectáculo, dividido en dos partes, recogió canciones como This must be the place I’ve waited years to leave, It’s a sin, Losing my mind, What have I done to deserve this?, My october symphony, l’m not scared, So sorry I said, So hard, How can you expect to be taken seriously, To face the truth, Where the streets have no name, Jealousy o Always on my mind.
Abundó el material de su último álbum, Behaviour, pero no faltó atención a sus éxitos anteriores, y sin olvidar su labor de productores de otros artistas, recuperando piezas interpretadas por Liza Minnelli y Eight Wonder.

En general, un concierto completo, aunque he de decir, que tras conocerlos personalmente, decidí juzgarlos como músicos y dejar su carácter personal fuera de este escrito. De haberlo hecho al revés, el resultado hubiera sido muy distinto.

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