Marzo de 2013. Un mes que los amantes de la música recordaremos con placer porque, tras la edición de The next day, el último trabajo de David Bowie después de haber esperado diez años, Depeche Mode presenta su último trabajo, titulado Delta Machine.
El grupo de Dave Gahan, Martin Gore y Andy Fletcher nos obsequia con un trabajo denso, eléctrico, pasional, con latidos armónicos de cables electrónicos y guitarras con alma, una producción que nos une con la época de dos de los mejores álbumes de la historia de la electrónica y el pop sintetizado, como fueron Exciter y Ultra, dejando de lado un poco el… decepcionante no, pero bajón anímico que provocó la salida de Playing the Angel y Sounds of the Universe.
Pero, antes que se me olvide, mención aparte merece Martin Gore. De acuerdo, la voz de Dave Gahan es cada vez más potente, cada vez te penetra más profundamente en las neuronas del sentimiento y es como si su cuerpo madurara pero sus cuerdas vocales rejuvenecieran pero, si me lo permiten, déjenme levantarme, quitarme el sombrero y hacer una inclinación de admiración ante uno de los mejores compositores de finales del siglo XX e inicios del siglo XXI. Efectivamente, estoy hablando del músico de la escarola en la cabeza, del perfil de la media luna con ojeras maquilladas, ladies and gentlemen, mister Martin Gore. Es un auténtico lujo comprobar como, treinta y un años más tarde de Just can’t get enough, su prodigiosa capacidad productiva sigue al máximo nivel, y si no se lo creen, escuchen varias veces Welcome to my World, Heaven –primer single del álbum- y Soothe my Soul, o disfruten de sus recién descubiertos genes blueseros con Slow o Goodbye.
Delta Machine es una montaña rusa musical, un plato que debe probarse varias veces para comprobar que es una auténtica delicia –aunque sobren espinas como Soft Touch o el inacabable final de Secret to the End-.
Delta Machine es otro engranaje más en la mágica maquinaria llamada Depeche Mode.
Valoración personal (de 0 a 10): 8,7
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